Si bien es sabido el deporte del boxeo a cambiado drasticamente su enfoque, bien se pude decir que las peleas no fluyen como deben ser, que los campeones no nos convencen, que las peleas que queremos ver toman un largo plazo o simplemente no se dan. Como puede ser posible que el deporte se haya vuelto mera publicidad y dinero, donde queda aquel boxeador hambriento de demostrar que es el mejor del mundo, le toque con quien le toque pelear. Las promotoras atrasan combates inevitables, atractivos y hacen campeones artificiales, las oportunidades que por otros son bien merecidas no llegan. Por que tantos organismos, cinturones y mas reconocimientos, que si el cinturón plata, diamante, etc., la vida del deportista en cuestión de boxeo no es muy larga, por eso las peleas deben darse y no esperar una jugosa cantidad de dinero.
Los promotores no se deben extrañar si los aficionados no creen en su boxeadores, por que es algo que ellos mismos han logrado, simplemente las cosas no son parejas y los resultados la mayoría de las veces son predecibles.
Se trata de demostrar quien es el mejor en el ring e ir avanzando contra el que pongan enfrente, las cosas son un poco mas fáciles que antes, hasta cierto punto mas cuidadosas aunque no deja de ser un deporte peligroso.
Las peleas de antes se extendían hasta los 15 rounds, los boxeadores parecían tener mas aires de grandesa, la gente disfrutaba de aguerridos y parejos combates, solo existía y se distiguia rápidamente quien era el mejor del mundo, las peleas eran mas accesibles al momento de darse acuerdos de oponentes. Sera que el dinero a corrompido el deporte, que la existencia de boxeadores inflados sea ahora el negocio, que el orgullo de pelear y ganar a los mejores no tenga tanta importancia como el de evadir para prevalecer como el mejor.
Tal vez el boxeo haya perdido credibilidad, necesitamos peleas, acción y no necesitamos escusas de por que no se pueden llevar acabo cierto combate,no es posible que hasta que crean que se puede exprimir una pelea en negocios la realizan.
¡Necesitamos Leyendas!
